domingo, 3 de junio de 2007

Un gol para el recuerdo (o para el olvido)

Fue en el año 2000. Boca había perdido 2 a 1 en el partido de ida de la Copa Libertadores frente a su archirival, River y en el partido de vuelta, en “La Bombonera”, tenía que ganar como mínimo por un gol para llegara los penales. Así fue que el director técnico de Boca, Carlos Bianchi, decidió incluir entre los suplentes al temible goleador, Martín Palermo, que venía de una inactividad de seis meses debido a una lesión en su rodilla derecha.
El partido fue de trámite parejo, Boca ganaba 1 a 0 con gol de Delgado y con este resultado la serie se tendría que definir por penales. Los hinchas locales comenzaron a corear y a pedir el ingreso del goleador que se encontraba en el banco de suplentes para poder definir el encuentro. Entonces, cuando faltaban 15 minutos para terminar el partido Carlos Bianchi llamó a Palermo, le dio las últimas indicaciones y “mandó” al nueve a la cancha.
El estadio de Boca se venía abajo, era puro griterío. Los hinchas locales presionaban para lograr el segundo gol y acceder a la semifinal. Mientras que los hinchas visitantes alentaban a su equipo para alcanzar el empate y así eliminar a su clásico rival.
Boca amplió la diferencia cuando Riquelme ejecutó con maestría un penal a los 84 minutos para el delirio de toda “La Bombonera”.
Por Matías Dono

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