Violencia en River: Una historia de nunca acabar

En tanto, los dirigentes, como siempre, se mantienen en silencio y encubren a estos delincuentes y asesinos que siguen manchando al fútbol argentino.
Osvaldo Matera casi no tuvo tiempo de asombrarse: apenas sintió un empujón se dio vuelta y escuchó el grito de Gonzalo Acro: "Corré". Y empezó a correr lo más rápido que pudo hasta que dio la vuelta a la manzana y volvió al mismo lugar del que partió y encontró a su amigo tirado en el suelo. Su suerte ya estaba echada.
Gonzalo Acro murió esta madrugada pero ya estaba muerto, en realidad, desde la misma noche del, cuando salía junto con Matera del gimnasio y un grupo de personas bajaron de una camioneta y les disparó a sangre fría. Matera corrió y se salvó, pero Acro intentó huir pero recibió un disparo en una pierna, primero, y segundos después dos en la cabeza, a casi nada de distancia. Con la pérdida de masa encefálica estaba prácticamente muerto.
Esta muerte estaba anunciada y nadie escuchó lo que pasaba. O lo que es peor, nadie quiso pensar las recomendaciones acerca de que si no se detenía a los delincuentes en cualquier momento uno de ellos iba a terminar muerto.
Todos apuntan a que el responsable o instigador de la muerte de Acro, el segundo de Adrián Rousseau, sería Alan Schlenker, por su papel de líder del otro bando. Pero todavía no se ha pedido su detención porque las investigaciones recién empezaron y no hay pruebas suficientes como para detenerlo. La realidad judicial es la siguiente: hubo pelea entre barras de una banda pero por ahora no hay elementos que digan que este o aquel es el autor o responsable de lo ocurrido.
Pero paralelamente a los pasos de la Justicia, avanzan también los deseos de venganza.
Se sabe que sólo es cuestión de tiempo.
Por Matías Dono
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