En Boca, con enganche
Algunos estudiosos del fútbol aseguran que el enganche ya no sirve, que ya es muy evidente jugar con un creador porque, indefectiblemente, el equipo que lo tenga, y lo utilice, tiene una forma de juego con el creativo como punto de partida para cualquier jugada de ataque: sin sorpresa.
Algunos dicen lo contrario y ahí comienza sin dudas una de las tantas discusiones que tiene el fútbol, un intercambio de ideas que va más allá del fútbol y pasan, muchas veces al plano personal como ocurrió con La Volpe y Riquelme. La discusión comienza por una cuestión obvia: los técnicos dependen, lamentablemente, de los resultados. Si los resultados son buenos los técnicos son tan ídolos como muchos jugadores; en tanto, si los resultados no se dan los técnicos son los primeros en ser echados o, lo mismo, obligados a “dar un paso al costado”.
¿Es esta una de las razones por las que el enganche, el jugador distinto, no abunda en el fútbol argentino? Seguro, ya que como el resultado es el que manda, los técnicos se cuidan mucho, utilizan mecanismos más rústicos para atacar y tratan, cada vez menos, de sorprender.
El enganche es un jugador que le ha dado mucho a nuestro fútbol: grandes jugadores en ese puesto explicaron a través de los años, y de sus piernas, qué es y cómo se juega en el fútbol argentino. Maradona, Alonso, Bochini, Riquelme, Aimar, Maschio, Babington, son algunos ejemplos, dejando atrás a otros valores que, por falta de memoria, quedan afuera de estas líneas. El enganche no murió querido señor lector, al enganche lo asesinan, todos los días lo asesinan: algunos técnicos de inferiores, dirigentes, periodistas resultaditas y, lamentablemente, algunos personajes llamados hinchas que son capaces de matar a un simpatizante rival o agredir a un propio jugador por no ganar el último sábado o domingo.
Al enganche hay que cuidarlo, no sólo en la cancha. Al enganche hay que saberlo manejar para que después él maneje al equipo. Al enganche son pocos los que le dan el interés que se merece. Miguel Angel Russo es uno de ellos. El técnico de Boca pidió a gritos para que Riquelme se quede, la negativa obvia por el valor de la estrella hizo que los ojos del técnico se ubiquen de llenó en Leandro Gracián, el ex Vélez dio el gran salto bajo el mando de Russo y, con capacidad, técnica y jerarquía, quiere demostrar que la 10 de Boca y el puesto de enganche le calzan perfecto.
Algunos dicen lo contrario y ahí comienza sin dudas una de las tantas discusiones que tiene el fútbol, un intercambio de ideas que va más allá del fútbol y pasan, muchas veces al plano personal como ocurrió con La Volpe y Riquelme. La discusión comienza por una cuestión obvia: los técnicos dependen, lamentablemente, de los resultados. Si los resultados son buenos los técnicos son tan ídolos como muchos jugadores; en tanto, si los resultados no se dan los técnicos son los primeros en ser echados o, lo mismo, obligados a “dar un paso al costado”.
¿Es esta una de las razones por las que el enganche, el jugador distinto, no abunda en el fútbol argentino? Seguro, ya que como el resultado es el que manda, los técnicos se cuidan mucho, utilizan mecanismos más rústicos para atacar y tratan, cada vez menos, de sorprender.
El enganche es un jugador que le ha dado mucho a nuestro fútbol: grandes jugadores en ese puesto explicaron a través de los años, y de sus piernas, qué es y cómo se juega en el fútbol argentino. Maradona, Alonso, Bochini, Riquelme, Aimar, Maschio, Babington, son algunos ejemplos, dejando atrás a otros valores que, por falta de memoria, quedan afuera de estas líneas. El enganche no murió querido señor lector, al enganche lo asesinan, todos los días lo asesinan: algunos técnicos de inferiores, dirigentes, periodistas resultaditas y, lamentablemente, algunos personajes llamados hinchas que son capaces de matar a un simpatizante rival o agredir a un propio jugador por no ganar el último sábado o domingo.
Al enganche hay que cuidarlo, no sólo en la cancha. Al enganche hay que saberlo manejar para que después él maneje al equipo. Al enganche son pocos los que le dan el interés que se merece. Miguel Angel Russo es uno de ellos. El técnico de Boca pidió a gritos para que Riquelme se quede, la negativa obvia por el valor de la estrella hizo que los ojos del técnico se ubiquen de llenó en Leandro Gracián, el ex Vélez dio el gran salto bajo el mando de Russo y, con capacidad, técnica y jerarquía, quiere demostrar que la 10 de Boca y el puesto de enganche le calzan perfecto.
Russo y Boca quieren seguir ganando y demostrar que un grande siempre está vivo, Russo y Boca quieren llegar bien para el campeonato del Mundo de clubes, a fin de año.
Russo y Boca quieren demostrar que el enganche, el 10, en el fútbol argentino sigue vivo.
Andrés Pujol
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