¿Mala suerte o miedo a la camiseta?

El equipo campeón, Brasil, llegó a esta final arañando un triunfo en la semifinal sobre los uruguayos, en los penales. Argentina era ampliamente la gran candidata; su nivel fue de menor a mayor, llegó al último partido demostrando un fútbol vistoso, con signos de una personalidad que, parecía, era imparable. De la mano de jugadores de experiencia que conformaron la columna del equipo: Abbondanzzieri, Ayala, Verón, Riquelme y Crespo, Argentina llegó a Venezuela con la chance de darle a esa camada una obtención para que, la mayoría, se retire de la Selección con un logro.
Pero enfrente estaba Brasil, el equipo cuco, el de la camiseta amarilla, el que siempre aprovecha a todas sus figuras y ellas, sus figuras, siempre juegan todas juntas. Pero en este torneo los craks de los craks, Ronaldinho, Cacá y Adriano, no estuvieron. Pero a Brasil le alcanzó con lo que tenía que no es poco, claro; y volvió, como hace cuatro años, a ganar la final.
La Selección jugó de una manera todos los partidos de la Copa. Messi hizo estragos, casi todas las defensas a las que encaró las superó ampliamente, Riquelme jugó como sabe, como sólo lo hacen los que entienden cuál es el camino para llegar al arco de enfrente. Verón se negó un poco en el juego pero cumplió un buen papel en el equipo. Cambiasso fue el equilibrio para ayudar a Mascherano en la recuperación y dejó de lado las subidas con sorpresa para equilibrar el medio campo. Mascherano se convirtió en león y Tevez, cuando jugó, las peleó a todas.
En el último partido, esas individualidades bien conectadas gracias al trabajo de Basile, no jugaron de la misma manera: seguramente por fallas propias y por virtudes ajenas. Si bien Brasil defendió como pocas veces lo ha hecho, el equipo argentino no encontró en ningún momento las variantes para quebrar a una rígida defensa. Sin Crespo, que por una lesión alentó al equipo desde afuera, los dirigidos por el Coco perdieron un partido que, desde el arranque, con el gol de Baptista se percibía complicado.
El equipo argentino, el mejor que podía presentar para este certamen en calidad de nombres, perdió con Brasil la final. Perdió ante un Brasil “b”, perdió por goleada y pareció luego del 0-2 un equipo sin alma, sin personalidad. El gol en contra de Ayala (cosa increíble) fue un balde de agua fría. El equipo argentino se quedó una vez más sin la gloria. ¿Mala suerte o miedo a la camiseta? Ambas cosas se combinaron.
Por Andrés Pujol
7 comentarios:
Miedo a la camiseta?
no creo que ningun jugador con el honor de vestir una camiseta tan importante como la de la seleccion argentina pueda tener "miedo" a brasil. Lo entenderia de otras selecciones, pero no de Argentina. Lo que paso es lo que pasa muchas veces en el futbol, no siempre el que viene mejor gana, y las finales son finales, una mala tarde y a casa sin nada, como hace bastante ya...
Concuerdo con el que firmoa arriba.
No podemos tener tanta mala leche
Yo creo que en una final, en la que es a un solo partido, gana el que mejor se levantó. Tuvimos la mala suerte que ninguno se levantó con el pie derecho. En cambio a ellos le salió todo perfecto. A los 4 minutos gol, y a la jugada siguiente pegamos un tiro en el palo. Si Riquelme hacía ese gol yo creo que cambiaba la historia.
Miedo a la camiseta sin dudas
miedo a la camiseta sin dudas
Coincido con Matias , nos levantamos mal y no nos salio una , ellos juagaron a no dejar jugar a Argentina y lo lograron , para colmo en la primera jugada de 1 contra cuatro encuentran el gol.
Todos los goles que nos hicieron fueron de contragolpe.
Si analizamos el partido lo unico que le salio bien a Brasil fue defenderse y apostar al contragolpe y con eso nos ganaron.
Muy buena la nota
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